martes, 15 de mayo de 2012

TERRITORIO DEL NORTE (PARTE 2) "A través de la Stuart Highway"



TERRITORIO DEL NORTE (PARTE 2)
A través de la Stuart Highway
Día 5: De las Canicas del Diablo a las Cordilleras McDonnell
Restándole kilómetros a la Stuart Highway
Nos levantamos cuando el sol empieza a bañar las Canicas del Diablo con la luz perezosa de un nuevo día de carretera. Y antes de lanzarnos a devorar kilómetros dedicamos un paseo matinal a estas curiosas rocas redondeadas que nos han resguardado del viento durante la noche.



Las carreteras suelen ser para dormir, para pensar, para evadirse y esperar la llegada a destino. Pero esta no es una carretera cualquiera. Ni este un país para dormirse. El paisaje cambia rápido, de la vegetación más arisca a los árboles verdosos, de los abruptos montes de poca altitud a las nubes blanquecinas, todo merece al menos un vistazo.


Nuestro objetivo de hoy son las Cordilleras McDonnell, unas cordilleras que atraviesan la Stuart Highway de este a oeste a la altura de Alice Springs. Llegamos a la hora de comer al Simpsons Gap, una área de picnic situada en el mismo parque nacional de las Cordilleras y con las habituales cocinas de gas gratuitas. El lugar es un profundo barranco en la cordillera causado por la erosión de un río que raramente lleva agua.


Después de comer nos seguimos adentrando por las Cordilleras McDonnell occidentales hasta Ellery Creek Big Hole, un camping con una espectacular poza de aguas amarillentas y un par de senderos que recorren las gargantas de los alrededores. Acampamos y vamos a investigar la poza, con la caída del sol y completamente solitario, el lugar parece retener para sí mismo toda su belleza.
Aprovechamos una vez más las maravillosas instalaciones para cocinar sin gastar nuestro gas y nos vamos a dormir con la promesa de visitar el lugar a la mañana siguiente. 
Día 6: De las Cordilleras McDonell a Stuart Well
Alice Springs y los frikys de la Stuart 1

Lo prometido es deuda, así que al despertarnos toca calzarse las botas de trekking. Hay dos caminos que salen del camping, uno en dirección este y otro en dirección oeste. Después de perdernos un par de veces para encontrar el inicio del camino, conseguimos salir del camping hacia el este y recorrer algunas de las gargantas de las McDonnell. Un camino de vegetación escasa y seca que aprovechamos para recoger leña para nuestras futuras hogueras.


Tres kilómetros después volvemos al camping por el mismo camino. Volvemos en busca de la poza que vimos ayer, después de la caminata apetece un chapuzón, aunque el lugar es maravilloso el baño termina rápido debido a la temperatura del agua. Esta helada. 


Comemos algo y antes de seguir Stuart abajo pasamos por Alice Springs, pueblo que marca la mitad de la Stuart Highway y que ha sido para nosotros una meta en sí mismo. Aprovechamos la parada en Alice para abastecernos de provisiones y gasolina, y para acceder a Internet. 
De nuevo en ruta, el sitio escogido para parar es Stuart Well. No lo escogemos por nada especial, simplemente se nos hace de noche y paramos en el siguiente pueblo. A estas alturas de la Stuart Highway no hay mucho donde escoger y los pueblos están separados entre ellos por centenares de kilómetros. Pero resulta que acertamos, hemos ido a parar al sitio más friky (por el momento) de la carretera. Este camping es famoso gracias a Dinky, un lobo que canta y toca el piano. Y si hacemos caso a lo que dicen sus dueños es famoso hasta en Europa, donde ha salido en varias publicaciones y en programas de tele. Sea como sea no parece atraer a muchos turistas porque en el camping solo hay una caravana a parte de nosotros.
Día 7: De Stuart Well a Curtin Spring
El camping gratis
Al despertarnos nos damos cuenta de que Dingo no es el único animal que corre por el camping de Stuart Well, también hay algunos emués y camellos.
Hoy no conducimos demasiado, y a la hora de comer ya hemos llegado a Curtin Spring, un camping gratuito que supone la última parada antes de la ansiada Ayers Rock. Cerca del camping esta el monte Connor, un monte que, de lejos, se parece a Ayers Rock, así que es casi tan fotografiado como el original.



Todo preparado para mañana, el día esperado, el día en que veremos una roca enorme en medio del desierto.
Pasamos el día en el camping, esperando la llegada de la noche para poder encender un trabajadísimo fuego con la leña que recogimos en las Cordilleras McDonnell. La hoguera resulta un éxito absoluto, nos sirve tanto para cocinar como para alargar la sobremesa al calor del fuego, viendo la tele de los hippies. Y a Carles le sirve además para autoproclamarse Sr. del fuego.

Dia 8: Ayers Rock
"It's just a rock"

Nos levantamos pronto. Por fin ha llegado el día. Hoy veremos la famosa roca. En Darwin Jacob nos decía riendo "Pero si solo es una roca", y ese es precisamente su principal atractivo, que solo es 1 roca, una roca enorme en medio del desierto. A medida que nos acercamos la roca se va perfilando en el horizonte, hasta que llegamos al mirador de la puesta de sol, ahora desierto pero que de seguro estará lleno a las 6 de la tarde, cuando el sol desaparezca a nuestras espaldas.

Hay un camino que rodea la roca entera. Según el prospecto informativo son 3 horas y media de caminata, pero nosotros, para seguir con nuestras costumbres lo acabamos en 2 horas. Será que estamos en mejor forma física de lo que pensábamos, o que tenemos hambre. El sendero es llano y fácil y permite ver la roca en todo su esplendor. Hay otro camino que escala la roca, pero el pueblo aborigen ruega al visitante que no suba por respeto a sus creencias y a su cultura, aún así mucha gente sube. Nosotros decidimos ser respetuosos con aquellos que han cuidado de este lugar hasta la fecha y no subimos.



A pocos kilómetros de la roca están los Olgas, unos montes redondeados casi tan espectaculares como su vecino. Dedicamos la tarde a explorarlos antes de volver al mirador del atardecer al que, por cierto, llegamos los primeros. 
Poco a poco el mirador se va llenando de gente, en su mayoría matrimonios mayores australianos que sacan sus sillas de camping y su vinito para disfrutar del espectáculo que supone el ocaso. Nosotros decidimos imitarlos, sacamos nuestras sillas y unas cervezas (el presupuesto no da para vinos).
La puesta de sol cambia la roca de color, desde el amarillo al rojo más intenso y luego al gris, hasta desaparecer en la oscuridad. O hubiera desaparecido si no fuera por una luna llena y enorme que convierte un buen día en un día perfecto. No solo estamos en la otra punta del mundo viendo una de las grandes maravillas de la naturaleza sino que además hay luna llena, la luna llena más grande que hemos visto en la vida.
Volvemos a dormir al camping gratis, por supuesto, y volvemos contentos. Mañana tocará seguir hacia el sur por lo que queda de Stuart Highway.




G&C



VOLVER A: nuestra ruta                     VOLVER A: nuestros diarios

1 comentario:

  1. Una historia tan preciosa com la vostra lluna. Endavant campions!
    Petonets. Mami

    ResponderEliminar